Uy, ahora estoy yo encima... Parece que a él le gusta más ser sumiso, y a mi no me importa asumir el papel dominante.
Y ahora, las manos que estaban en su trasero pasan a la parte de delante del pantalón, donde ya se nota con claridad su masculinidad.
Subo del cuello de nuevo a sus labios, y le vuelvo a besar, con más intensidad que antes.